Maia:(en Bariloche)
tengo un insomnio tremendo
y para no seguir pensando en cosas poco convenientes
propongo:
que cada uno describa el espacio físico en el cual se encuentra al momento de leer el mail
y así unir lo virtual con lo material de algun modo.
pienso en las múltiples posibilidades brindadas por los aparatejos-pc, laptop, celulares etc?- y brindadas por sus narradores-¿detallistas, concretos, aburridos, excéntricos...?-.
lo mio sería así:
enfrente y algo arriba, atravezando la pc, sé que está el cerro Catedral sin nieve esquiable(?) ya, y sus aerosillas quietas.
a la izquierda, abajo: lucecitas amarillas, un lago frio, y un poco más allá, la ruta que va al Bolsón.
dos metros a mi derecha, una pared de madera y un rayo de luna llena que entra.
atrás, y más allá de la puerta, el pasillo, y mi madre durmiendo, está el cerro Otto.
Valeria:(en Almagro)
ojos a media asta.
Tito: (en San Fernando)
Todavía existe esperanza>la solución para los problemas de la vida>Enrique Chaij>Edición internacional 10 millones de ejemplares vendidos. Y junto al libro, un volante. “Certezas bíblicas para vivir mejor>Granix (foto de mujer castaña, tez blanca, ojos verde, un poco extravagante aunque no fea, más bien dientona).
El título es prometedor, no le pide nada al cuerpo. “La solución para los problemas de la vida” ¿sólo 10 millones de copias vendida?, pienso. Cientos de miles de millones deberían haberse vendido, una, dos o tres en cada biblioteca, en cada escuela, en cada casa de familia. Pero No. No no, no creo, lo que los libros hacen al hombre es desgraciarle la vida, recordé a Arlt. Y es cierto, pacientes ojos que me leen, que seguramente mucho han leído (muchos habrán interrumpido lecturas) y su vida será, al menos, tan desgraciada como la mía. La solución no está en los libros, más que la solución del propio autor que huye, como esa mano que escribió insomne sobre un cerro que no existe a las tres de la mañana. Pero luego otra solución, la mano que sostiene un mate a las 8 de la mañana frente a la pantalla, y aquí otra, y luego otra, y otra, otra más. Entonces, pienso, no estamos solos. La primera certeza del día.
Vero:(en Colegiales)
sentada frente a una computadora blanca que me hace doler los ojos mientras escucho un grooveshark que planifiqué cuidadosamente al llegar al trabajo PRIMERA. lo único que me gusta de llegar temprano es poder elegir la música que se va a escuchar en las primeras 2 horas (por lo menos).
A mi izquierda hay 2 personas hablando de cosas que no quiero escuchar porque prefiero (por ahora) mi música.
Los escucho decir palabras como: disfrutar / canvas / photoshop / capas / agrandar la madera / ta bien... / doble click / chicharras.
A mi derecha tengo una cocina y una heladera con chocotorta que sobró de mi cumpleaños. La sóla presencia de esa chocotorta me hace no poder trabajar tranquila. Quiero estar en mi casa con mi grooveshark, kiwi (mi perra) y la chocotorta. Mi chocotorta tiene doble relleno y mitad de galletitas. No es una chocotorta careta. Tiene sólo lo que importa.
Nico:(en microcentro?)
debajo del escritorio hay un tacho de basura de alambres finos con una bolsa también gris.
Isa:(en Palermo)
Tom:(en Villa Pueyrredón)
Amanece Villa Pueyrredón como mi barrio, como mi lío interno. El 114 sigue como toda la noche empeñado en pasar a toda velocidad por la calle López. No vi al limonero pero sé que está ahí. Yogurt y avena. Piso de madera y los fabulosos 4 se repiten por varios lugares. La necesidad de melodía llevó al Trío Melchaka a susurrarme desde los parlantes una melodía que se llama Paté. Mientras abrazarse a uno para no tener frío y saber que afuera no debe haber sol porque adentro hace frío con alpargatas.
Henry:(en San Isidro)
Adelante está el edificio nuevo que es mi flamante horizonte. No conozco a los vecinos, pero los observo como el personaje de La Ventana Indiscreta de Alfred Hitchcock; es entonces que creo conocerlos. De alguna manera mis ojos centran su atención en este horizonte de cemento que contiene vida humana. Por suerte la naturaleza que araña las piedras no se da por vencida y lo cubre de a poco con un manto verde. Desde mi escritorio el infinito es el cielo; hoy está nublado por cierto. Si observo con más cuidado entiendo que al edificio, al verde y al cielo los separan unos bastones de un blanco opaco y de está manera sub-dividen mi vista en en varios cuadros verticales. Son las rejas de hierro que besan mi ventana; son mi protección y encierro. Por el grosor y estado de abandono estas podrían ser las mismas de un penal como el de Caseros; si es que todavía sigue en pie; la verdad nunca me detengo en eso. Entiendo una verdad; en el espacio donde pulso las teclas de esta computadora estoy encerrado; de la misma manera que cuando navego por el internet con una libertad ficticia adorando al google, al firefox y al hotmail.
Lo concreto es que me despojaron del horizonte pero no del cielo. Todavía veo el cielo, no me molesta que la luz refleje en mis ojos y haga más ardua la tarea de visualizar la pantalla.
PD: Este escritorio que perteneció a mi tía abuela seguramente sea el lugar que elejí para que mi computadora muera. Ya le escribí su destino. Hace años no se mueve; repite letras; desconoce órdenes; me niega el sonido digno de la música y la mágia de los videos. Todo le cuesta, como le costaba a mi abuela subir las escaleras. Sé que en cualquier momento se apagan mis letras; que de alguna manera le pertenecen.
Muriel:(en Once)
En un escritorio de fibrofácil superpoblado, la computadorita negra aplasta un apunte que sobresale por debajo de ella. Unos centímetros más atrás, dos pilas de más apuntes, una para cada materia. Papeles, botellitas de agua vacías, dos latas de choclo vacías que esperan ser recicladas, una latita "del turista" con un cogollo que viajó desde Epuyén hasta Lu y se perdió acá. Mate y termo. Una lámpara que se asoma hasta arriba de lo que leo. ¿Este es el paisaje que me depara el resto del día?
Lu:(en La Lucila)
También. Los textos del día anterior quedaron abiertos a la mitad, intactos, abandonados.
Em:(en San Cristobal)
Santiago:(en Montevideo)
Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez. Hay dos catres, sillas despatarradas y sin asiento, diarios tostados de sol, viejos de meses, clavados en la ventana en lugar de los vidrios.
Me paseaba con medio cuerpo desnudo, aburrido de estar tirado, desde mediodía, soplando el maldito calor que junta el techo y que ahora, siempre en las tardes, derrama adentro de la pieza. Caminaba con las manos atrás, oyendo golpear las zapatillas en las baldosas, oliéndome alternativamente cada una de las axilas. Movía la cabeza de un lado a otro, aspirando, y esto me hacía crecer, yo lo sentía, una mueca de asco en la cara. La barbilla, sin afeitar, me rozaba los hombros.
Vic:(en Barracas)
Uf, termina de irse el flete, el que trajo a mi nueva casa cosas dejadas en una casa anterior a las 3 anteriores.
Santiago:(en Córdoba)
En Cordoba , vine a un congreso por trabajo, iba a exponer y no me dejaron por FALTA DE TIEMPO.estoy en un ciber del centro de rio cuarto, revisando lo que dejè en bs as. este ciber parecen los viejos ciber populosos donde se juntaban en por ejemplo la zona de congreso un pajero, tres niños jugando un juego en red, un dark, un loco chateador y un viejo fumador compulsivo