domingo, 21 de marzo de 2010

estación preferida



A mí las estaciones del año se me meten en el cuerpo, me crean un estado de ánimo, me poseen por completo. Siempre me pregunte como seria para mí vivir en un lugar donde no existan las cuatro estaciones, si necesito tanto de los ciclos… ¿qué haría en una primavera eterna?
Tengo una naturaleza que es armoniosa con el otoño, con el adentro, con la reflexión, con la estabilidad. Me gusta el otoño porque ya empezó el año, ya me acomodé, ya me acostumbre a la rutina, cree mi propio ritmo, y ya estoy en plena marcha sosteniendo el hacer que elegí.
El otoño me gusta porque, en él, uno necesita acovacharse, el clima obliga a permanecer, a leer, a escuchar música tranquila, a tomar teces, a hacer panqueques.
Y el otoño es más equilibrado climáticamente, porque tiene un poco de sol, un poco de lluvia, bastantes días nublados y por sobretodo mucho viento (que es lo que más me gusta de todo todo). Y la sensación que deja el otoño no es extrema, como la del invierno que me melancoliza en exceso, que me atrapa muy a lo profundo, o el verano, que por el contrario, me dispersa y aleja de mi centro y me hace explorar por completo hasta casi no reconocerme.
Entonces, yo siempre estoy dispuesta a decir:
-bienvenido el otoño-.