En medio de tanta alienación de fines de cuatrimestre salí a caminar, bajando por Coronel Díaz hasta Honduras. Iba escuchando Beirut, viendo como de pronto aparecía el sol, viendo todas las casas en las que me gustaría vivir algún día…
Y ahí estaba, ya por Malabia creo, cuando llamo Isa. En el momento justo, y como supe después cuando escuche su nueva canción “todo sucede porque tiene que suceder”. Y unas cuadras más, y llegue a su casa, y subí su interminable escalera con un paquete de cigarrillos y unas galletitas de limón.
Esta tarde recuperamos algo que habíamos perdido por falta de tiempo: coincidencias. Hablar de lo mismo desde distintos lugares, de eso siempre se trató nuestra relación. El mismo contenido, diferentes las formas: desnaturalizamos los teléfonos, lo loco que es hablar por un cablecito y que el otro escuche tu voz de inmediato, lo loco que es que eso que pensamos tan normal y cotidiano no existe para millones de personas de este mundo-leí yo hoy en un texto de Ford y le dijo a ella su profesor de danza- y de cómo los reclamos de ecología son postmaterialistas, y así terminé sabiendo que su papá le contó que producir soja orgánica en Argentina es 9 veces más caro que la soja transgénica. Y vimos videos de War Paint que nos gustan tanto. Y bajé las interminables escaleras.
Hoy fue unos de esos días en que sentí:
it`s all happening.
(estoy contenta)
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